jueves, 6 de noviembre de 2014

Desechando lo superfluo

 Ayer todas las televisiones se hacían eco- ¡cómo no!- del viaje de Teresa Romero a ver a su madre.
Vimos  a ésta comprar, en el telediario, barras de pan y empanada mientras una "voz en off" nos hablaba de que deberíamos darle tregua y dejar que se recuperara después de una situación vital tan traumática.  
(Bien: por fin, algo de sensatez!)

La enfermedad, en general y especialmente si tiene mal pronóstico, siempre es traumática si no se tiene claro que la muerte se asoma al horizonte vital para todos.Que nadie se escapa y que lo único distinto es el momento de tu vida en que aparece.
Hablaban de que es momento de hacer balance, de mirar de modo retrospectivo y analizar lo vivido y lo que queda por vivir; lo que somos respecto a lo que soñamos y lo que se cumplió respecto a nuestros anhelos y sueños.

A mi me pilló ordenando armarios;este repetitivo "hecho estacional "comparado con la enfermedad no es importante pero si que tienen algo en común y es que debemos, en ese balance textil, donde bailan tallas, modas, colores y formas, desechar lo superfluo quedándonos con lo esencial.
Aquello que es necesario, útil, atemporal, de buen corte y funcional.
A esto,los entendidos, lo llaman "fondo de armario".

Como en lo material deberíamos- no sé con què cadencia si siguiendo las estaciones o con qué periodicidad- establecer un fondo de armario del alma.
Tirar o deshacerte de aquellas viejas botas que no usaste en los últimos tres años junto a una vieja amistad que se rompió y que aún te duele;sumar a un jersey de lana -ya pasado de moda pero intacto -las experiencias dolorosas de las que no aprendiste nada y que ocupan un espacio en ti ; aquel sombrero imposible,  que nunca te pusiste, y que te duele como cada una de las equivocaciones cometidas que no has logrado superar...

Limpiar, ordenar, colocar...probarte lo que ya no te cabe y reírte de ti misma y del paso del tiempo;
de las modas que te obligan a ofrecer uniformidad a lo que es distinto, y en las que todos caemos.
Siempre da pena desprenderse de "algo nuestro", de aquello que usaste en otro tiempo y que ahora es refugio de ácaros errantes.
Hacer selección de lo que tiramos, lo que compartimos con aquel que lo necesita más y de aquello que ponemos en lugar prioritario.El alma y el armario son difíciles de ordenar.

Si no vaciamos no tendrá cabida lo nuevo: lo que adquieras o la vida te regale, lo que alguien te ceda o lo que descubras tú.
Una actividad tan aparentemente aburrida e ingrata puede resultar divertida, terapéutica y generadora de nuevos espacios para nuevas adquisiciones ( de éstas, las más valiosas, son las que llegan a nosotros como regalo, sin buscarlas ,comprarlas o merecerlas).

Plantéate ordenar un rincón de tu alma por semana, como los armarios en cambio de estación, desecha lo superfluo y deja espacio para las sorpresas.


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