viernes, 18 de noviembre de 2016

La maestra engañada

En estos días habéis visto- seguro- el anuncio de Loterías. Me ha causado estupor no solo el anuncio en sí sino la supuesta respuesta del público: entregado y rendido a los pies de una mentira, un  despiste o la pérdida de memoria de una persona mayor.

Se  presenta a una anciana cariñosa y resuelta que sufre una equivocación (¿O será un primer síntoma de Alzheimer o de otra enfermedad que equivoca el juicio y  la razón del que la sufre?).No lo sabemos pero la mentira es igual de infame sea cual sea lo anterior.
Pensemos… ¿En qué se basa el anuncio? En seguirle el juego a una persona –que parece lúcida- embarcando a todo el pueblo en una mentira atroz. Ella se equivoca y todo el pueblo la engaña instigados por su familia.

¿De verdad es esto espíritu navideño? Nuestra entrañable Carmina puede estar perdiendo el juicio o simplemente  haberse equivocado de día pero su familia le hace un flaco favor siguiéndole el juego. ¿Creéis que no se enterará de la mentira? , ¿Qué pensará, entonces  de todo el que le rodea? Como poco, que no son gente de fiar pues no son capaces de decirle una verdad con cariño y decisión. Se ha equivocado, no pasa nada.
Sin embargo, prefieren mentir y hacer cada vez la bola mas grande 

Este anuncio me ha traído a la memoria algo que hacemos con nuestros mayores  de modo habitual. Y no sólo con ellos: también con aquellos  que tienen una capacidad intelectual distinta a la media y a los que tratamos a con el desprecio de esconderles la verdad.
Hemos “empoderado” a las personas mayores y a las personas de capacidad distinta  - en nuestro entorno, pacientes-; es decir, les hemos hecho participes y dueños de sus decisiones  pero seguimos con una visión paternalista de la vida y la enfermedad. Quizá sean los años o una situación accesoria para la esencia del hombre los que,  equivocadamente, nos dan derecho a esconderles la verdad. Sin embargo colaborar en la mentira, aunque por una buena causa no es digno de una sociedad transparente y madura.

Alguien sufre un error (o una alteración de la visión de la realidad )y en lugar de ayudarle a descubrirlo tramamos una mentira a su alrededor para protegerle. Pero, ¿protegerle de quién?.Quizá sea de todos nosotros, aquellos que le rodeamos como en el anuncio, y que preferimos mentir que pasar el mal rato que supone decir con paciencia, sin herir y con cariño, la verdad.

No se hacia qué sociedad vamos pero espero que la que me rodee a mi sepa decirme la verdad sin tapujos y me permita ser dueña de mis decisiones en lo pequeño y en lo grande; y que cuando no lo sea, me ayuden a poder tomar la decisión que mi capacidad me permita poniendo en el quehacer del otro un plus de humanidad.


Del anuncio solo se salvan los planos de Villaviciosa, y los magníficos paisajes de una Asturias verde con un Cantábrico en calma. Ya sabes: si mientes, Loterías.


(video editado por Chema Mateos)

domingo, 6 de noviembre de 2016

Héroes de color blanco


La cultura del esfuerzo no es solo -que también- el lema de un equipo de Basket. Es una declaración de principios ante una profesión. Me da igual que sea una vida deportiva que una vida laboral; todas ellas son, al final, un motor para tu vida.

Uno tiene que trabajar para vivir pudiendo hacerlo de distintos modos; sin embargo, no todos ellos son iguales. El esfuerzo, algo tan denostado hoy -no sólo por los jóvenes sino por todo aquel que tiene una plaza en propiedad o una mínima seguridad laboral y estabilidad no precaria- es sin embargo el único camino hacia el éxito personal que no deberíamos medir en parámetros económicos como suele ser lo habitual sino en cómo desarrollamos nuestra vocación.

Llegar a una meta es para valientes y esforzados. Permanecer en ella es de héroes. Antes, la heroicidad de la que hablo, era lo normal cuando hoy es lo accesorio. El héroe diario y esforzado ha desaparecido quedando solo en los cómics de Marvel.
La heroicidad tiene para mí más connotación de esfuerzo continuado que de resultado. No vamos a salvar el mundo de un zarpazo, pero sí podemos hacerlo en sus habitantes concretos que es, al final y a la postre, ni más ni menos que nuestro trabajo.


Quizá ni tú ni yo, salvemos vidas con la heroicidad de un superhéroe ni falta que hace. Los ciudadanos concretos de este universo real que nos rodea quieren que les “salven”, así en minúsculas y no por ello menos importante, en su vida diaria. Una fiebre, un dolor, un malestar continuado, una cefalea, un cólico...Son las pequeñas tragedias diarias que dificultan y condicionan la vida del hombre concreto. De ese paciente concreto que acude para ser atendido; curado, consolado, aliviado e informado son las distintas caras de una asistencia diaria de primer nivel en el que creo profundamente y en el que insto (haciéndolo en primer lugar conmigo misma) a trabajar bien.
Ser heroicos- en el sentido previo de mantenerse en la meta de una atención diaria de calidad dia a dia y de sol a sol- en una cuestión necesaria: procurar una buena calidad asistencial siendo conscientes diariamente de las dificultades y medios con los que contamos sorteando las primeras y aprovechando los segundos.


No se trata de esforzarse por un día sino de intentarlo cada jornada laboral larga, densa, con desafíos y dificultades sin dejar de reclamar aquello que es justo para poderlo llevar a cabo; no es llevar un traje de colores vistosos y que confiere poderes sino llevar la bata o el pijama con la responsabilidad que ello conlleva y que nadie nos obligó a elegir.
Tener una oposición aprobada, una plaza en propiedad o una plaza de residencia no es un lugar de llegada sino un punto de partida. Ahora que se acerca el final del año si conseguimos meditar en qué lugar está nuestro quehacer diario y como mejorarlo, si es que hace falta, seguro que descubrimos nuevas oportunidades y retos.


Que tras descubrirlos nos ilusionemos con ello es, para todos, mi mejor deseo.

                         
                                       Jardines de Piquío,( imagen de El tomavistas.)

Pd. Aprovecho para desearos feliz año. La última noche del año, de guardia, no tendré tiempo de hacerlo .¡Feliz 2017!